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El futuro de Cuba y Donald Trump


Allí, en el teatro “Manuel Artime”, nombrado así en reconocimiento a uno de los principales líderes de la fallida invasión de “Bahía de Cochinos”, el pasado viernes 9 de junio, el presidente Donald Trump se dirigió a un numeroso público de cubano-americanos, fundamentalmente integrado por veteranos y familiares de la mencionada invasión y miembros de las diferentes organizaciones opositoras al régimen castrista, tanto de dentro de Cuba como del exilio.


Una atmósfera de optimismo y alegría exudaba la reunión. Un Trump entusiasta y chistoso hacía gala de su capacidad de fascinar a un público totalmente entregado a una abierta manipulación emocional por las palabras y la gestualidad de uno de los gobernantes más poderosos del mundo. Aplaudían incesantemente las expresiones del orador, dirigidas precisamente al espacio más vulnerable de los presentes: las esperanzas de recuperar al fin, la libertad y la democracia de su patria, después de 58 años de haberlas perdido.


Trump dijo que estará cancelando inmediata y completamente, todos los acuerdos favorables a la dictadura castrista, concedidos sin ninguna condición, por la administración de Obama. Sin embargo, los acuerdos firmados por Trump dejan intactos algunos de los más importantes firmados por Obama, como la eliminación de la ley de “pies secos—pies mojados”, que permitía a los cubanos que tocaran tierra norteamericana, ya llegaran en balsas o traspasaran de alguna manera la frontera mexicana, obtener, al año de llegar, la residencia permanente en Estados Unidos. Así también, las embajadas de Washington y La Habana seguirán abiertas, los cruceros y los vuelos directos continuarán con la prohibición de hacer transacciones con empresas cubanas controladas por entidades militares que, de paso, tienen bajo su poder el campo turístico. Los cubano—americanos continuarán viajando libremente a Cuba y enviando dinero a sus familiares, actividad que constituye la segundo entrada de recursos económicos al régimen castrista.


Aunque en su discurso Trump demandó que el gobierno cubano desistiera de reprimir a los opositores, liberara a los prisioneros políticos, cesara de encarcelar a personas inocentes, y abriera el país a las libertades políticas y económicas, en ningún momento estableció que esas demandas fueran cumplidas para dejar intactas medidas beneficiosas al régimen, la mayoría de ellas establecidas por Obama.


Benjamin J. Rhodes, un consejero de Obama en seguridad nacional y que dirigió las negociaciones secretas con los oficiales cubanos para lograr el reencuentro entre las dos naciones, dijo que las movidas de Trump trabajarán en contra de sus declarados objetivos, empujando el régimen cubano a los brazos de Rusia y China, que no tienen restricciones para negociar.


A pesar de las fuertes declaraciones de Trump contra el gobierno cubano, dirigidas a mantener el apoyo político de la comunidad cubana de la Florida, Raúl Castro reiteró su “voluntad de continuar el diálogo respetuoso así como las negociaciones de asuntos bilaterales pendientes”.


¿Y el pueblo cubano?... de nuevo ignorado, a merced de decisiones tomadas por poderes políticos ajenos a su voluntad, a sus necesidades y aspiraciones…


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